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pérdida de campo visual
La pérdida de campo visual es la reducción de la zona que vemos alrededor del punto de fijación, es decir, lo que percibimos sin mover los ojos. Puede afectar la visión periférica (lo que vemos a los lados) o la visión central, y manifestarse como zonas oscuras, borrosas o completamente ausentes en ciertos sectores. Se detecta mediante pruebas específicas llamadas campimetrías, que miden la sensibilidad en diferentes áreas del campo visual. Esta pérdida puede deberse a varias causas: enfermedades del nervio óptico como el glaucoma, lesiones cerebrales, problemas de retina o incluso efectos de medicamentos. Su importancia radica en que afecta actividades cotidianas como conducir, caminar por sitios concurridos o reconocer objetos a los lados; por eso puede aumentar el riesgo de caídas y accidentes. En muchos casos la pérdida es progresiva y no es reversible, por lo que el objetivo es detener o ralentizar su avance y adaptar el entorno. Hay estrategias de rehabilitación visual, dispositivos y ejercicios para ayudar a aprovechar la visión restante y mejorar la orientación. Detectarla a tiempo permite tratar la causa cuando es posible y planear medidas de apoyo para mantener la independencia. En definitiva, la pérdida de campo visual impacta la seguridad y la calidad de vida, y por eso su evaluación y manejo son fundamentales.